Don Juan Tenorio y su Vida en Fuenteovejuna
Don
Juan Tenorio, después de sufrir por la pérdida de Inés, sale huyendo para no
ser capturado, sin embargo, se encuentra con muchas personas conocidas que le
deben un favor a tal noble caballero, el cual no teme de ninguna brecha en el
camino. Don Juan, se encuentra ahora en Fuenteovejuna, ciudad de muchos
laureles para él, pero con tramas pendientes. Llega a casa del Comendador Gómez
ya que éste elaboró una fiesta de disfraces para todo el pueblo, y éste, al ver
que Don Juan regresa a lo que fue dominado por él, se asusta y le atiende como
a un rey. El comendador, atemorizado, no puede hacer nada más que agradarles a
Don Juan y a su sirviente más querido para que éste no le juegue un mal lance.
Don Juan, queriendo regresar
con su cortejada Inés, va a Fuenteovejuna a buscar endereces para su regreso;
aunque algunos de sus designios se salen de su mano y pueden forjar que se olvide
de ella.
Personajes:
Don Juan Tenorio
Comendador de Fuenteovejuna
Ortuño
Flores
Ciutti
Laurencia
Pascualia
Frondoso
Viajero
ACTO PRIMERO
Don Juan, Ciutti, Ortuño, Comendador, Laurencia y demás gente del pueblo.
Villa
del Comendador Gómez de Fuenteovejuna, a lo lejos, Don Juan y Ciutti caminando
a lo largo de la villa. Dentro, el comendador sentado en una silla de madera,
esperando a sus invitados. Junto con él, una sala con comida y bebidas, un
comedor al final de pasillo y un espejo cerca de él.
Escena I
Don Juan, Ciutti y Ortuño
Caminando
por la villa de Fuenteovejuna, se encuentra Don Juan Tenorio que, sin
preocupaciones de nada, va hacia la casa del comendador de la misma ciudad. Disfrazados
Don Juan y Ciutti e irreconocibles se acercan a la casa del Comendador.
D. Juan: ¡Qué lugar tan descarado! Sin senderos ni
sirvientes, nos dejan a un lado sin brindarnos compañía. Y yo, caballero de
muchos trofeos y demás, merezco de tal.
Ciutti: Don Juan, si es que no existe más noble y audaz
hidalgo como vos para que te osen de este modo.
D. Juan: ¡Que alguien venga Vive Dios que me impaciento!
(Sale
Ortuño a recibirlos)
Ortuño: ¡Señores, sean bienvenidos a la sumisa villa del
Comendador Gómez! Síganme, les mostraré la entrada.
(Don Juan y Ciutti, murmurando entre ellos, siguen
a Ortuño hasta la entrada de la morada del Comendador)
D. Juan: Ciutti, antes de que entremos necesito que me
hagas un favor. (Ve a la oficina del alguacil y dile lo que hemos estado
platicando con anterioridad).
Ciutti: Claro señor. Enseguida iré. (Vase)
Ortuño: ¡Señor!
(Dirigiéndose a Ciutti) ¿Vase tan temprano?
Ciutti: Tengo asuntos de mi señor que arreglar noble
servidor.
Ortuño: ¡Oh, su señor! (Viendo a Don Juan) Tenga por
seguro que tendrá una estadía muy buena. (Recibiendo una moneda de oro de
Ciutti).
Ortuño: Ahora,
pasemos caballero.
D. Juan: Claro, con cierta honra he de pasar sobre esta
puerta y con un mayor honor saludar a su señor he de.
Escena II
Don Juan, Ortuño, Comendador y demás gente
del pueblo presente en la fiesta.
Ortuño: Señor Comendador, un ilustre hidalgo viene
a agradarle y a saludarle en su fiesta.
Comendador: ¡Vive Dios, gracias Ortuño! ¿A quién
tenemos por aquí, detrás de este oportuno
disfraz?
D. Juan: Yo,
nacido en Sevilla. Noble caballero de grandes hazañas y de ciertos trofeos, si
por así decirlo. Vengo de un lugar de dos hidalgos asesinados por un solo
señor. A donde voy el camino se me abre, los reyes me alaban y las doncellas me
cantan. En cambio tú, Fernán Gómez de Guzmán, ni hazañas has que ni en tu
propia casa te entonan ni enaltecen. Solo has de admirar a tu señor por ser el
dueño de tus siembras y tu propio maestro.
Comendador: ¡Pardiez! ¿Acaso eres tu Don Juan? Pensé
que te habían atrapado en Sevilla por lo que pasó con el comendador y Don Luis.
Hemos estado preocupados desde Fuenteovejuna de sus hazañas y cantidad de
delitos hechos.
¡Ortuño, ven acá! (Quiero que vayas a
traerme la mejor botella que tengo y luego puedes irte.)
Ortuño: ¡Pues claro señor! La mejor botella les
traeré a vos y vuestro invitado, el cual no has presentado.
Comendador: No es necesario Ortuño, pues este fiel
caballero no se quedara por mucho.
Ortuño: Ya está. (Y vase)
D. Juan: Preocupados los que no saben, si acaso tú
sabes, que no hay comendador en la tierra que se inquiete por estos sucesos.
Comendador: Está bien, Don Juan. Temía que vinieras
hasta acá a ser testigo de mis malas cosechas y de ciertos labores. Si algo
haces es velar por ello.
D. Juan: Dices bien comendador,
pero nunca me iré hasta saldar esa cuenta que sigue aplazada.
Comendador: Claro pues, ya está. Pago la apuesta y
vosotros irás de aquí.
D. Juan: Está. Aunque tengo ciertos consejos y
lances para ti comendador, ya que tienes muchas tierras y mucho dominio.
Pueblo: ¡Viva el Comendador, por una gran fiesta y por darle a
Fuenteovejuna más poder! (Festejando y cantando)
Ortuño: ¡Señor, aquí está su botella! (Y vase)
D. Juan: Bueno comendador, partiré ahora. Mi
sirviente se pondrá en relación con vos para aquel asunto del que hablamos.
Comendador: Don Juan,
¿Pero tienes donde quedarte? En mi casa hay más que suficiente espacio. Puedes
usar este cuarto y no tener que preocuparte por donde dormir.
D. Juan: Vamos comendador, que me haces reír. Acaso
no piensas que yo, Don Juan Tenorio, no tiene lugar donde pasar una noche,
además, tengo ciertos asuntos pendientes que resolver esta noche. Si no,
encontrare a cierta cortesana con quien pueda sobrevivir esta noche.
Escena III
Don
Juan, Comendador y Laurencia
Gente del pueblo dentro de la sala
cantando y bailando al ritmo de las canciones. Mientras tanto, se acerca
Laurencia, la cual está espiando la conversación del comendador, a D. Juan.
Comendador: Mira quien apareció. Laurencia, es un
gusto verle a tan agraciada dama.
Laurencia: Yo con el comendador no vengo, señor… ¿Cuál
es su nombre, amable caballero?
(El comendador se
siente obstruido y se va).
D. Juan: Me dicen de muchas maneras, desde hidalgo
hasta conquistador. Me llaman desde los palacios hasta los ranchos. Siempre
usan nombres diferentes por hazañas, laureles y trofeos pero, puede llamarme
Don Juan. ¿Y quién tan bella voz y compasión tiene y tengo el gusto de
conocerle?
Laurencia: ¿Don Juan, eh? Me suena muy familiar. A mí
me puedes llamar Laurencia, aunque no tengo una historia tan digna para que me
llames por mi nombre.
D. Juan: No necesitas tener una historia para que
te llamen así, mucho menos para agradar a tan humilde y fiel caballero como yo,
sin embargo, a tu señor he de agradarle para quedarme como huésped.
Laurencia: (Riéndose). No es mi señor Don Juan.
Solamente cree que tiene el poder para dominarlo todo y a todas. No creo ni
confío en él, sin embargo, me gustaría segregarle pero no podré. En cambio tú, dicho
hidalgo, ¿No tienes donde pasar la noche?
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